El África subsahariana y los países de la CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África
Central) ofrecen un gran potencial de inversión debido a su riqueza natural, su creciente
población y su economía en desarrollo.
Las implicaciones que tiene estar dentro del marco jurídico de la CEMAC ofrecen ventajas para
los inversores, como la estabilidad monetaria y la libre circulación de bienes y servicios entre los
países miembros. Esto puede facilitar las inversiones transfronterizas y hacer que sea más fácil
para las empresas operar en varios países de la región. Además, los países de la CEMAC han
implementado reformas para mejorar el clima de negocios y hacerlo más atractivo para los
inversores.
Es popularmente conocido que la vasta mayoría del continente africano es rico en recursos
naturales, incluyendo petróleo, gas y minerales. Si bien estos recursos son esenciales para el
crecimiento económico y pueden atraer a inversores interesados en la explotación y el comercio
de los mismos, suponen mercados con barreras de entrada muy marcadas, que o bien requieren
de una gran inversión inicial en recursos materiales y económicos, o bien implican la necesaria
colaboración con las entidades gubernamentales.
Sin embargo, la repercusión que han tenido los últimos acontecimientos históricos globales más
el encarecimiento de los productos alimenticios y de primera necesidad sumado a una población
en crecimiento, ha puesto el foco en la potencialidad del sector agrícola africano, contando la
subregión con 1.031 millones de hectáreas de terreno cultivable (el mayor del mundo por detrás
de América Latina y el Caribe que cuentan con 1.066 millones de ha), lo que supone una
importante oportunidad de inversión tanto para el abastecimiento de la población emergente
africana como para la exportación a otras regiones.
A la posibilidad de mantener cultivos controlados en un clima húmedo y cálido que cuenta con
un suelo fértil hay que sumarle los nuevos avances de la agricultura moderna, que buscan
obtener una mayor producción de los cultivos bajo unos estándares de sostenibilidad y
protección de los recursos naturales de forma que puedan seguir satisfaciendo las necesidades
de las generaciones futuras.
Este fenómeno al que se le esta denominando la nueva Revolución Agrícola, tiene como
principio la Agricultura de Precisión, que consiste en el uso de tecnologías de localización y
cartografía que permiten hacer un uso eficiente de los recursos, asignándose donde se necesitan
y haciendo uso de sistemas digitales para una mayor precisión y conocimiento a la hora de tomar
decisiones. Este sistema se conoce como métodos de Agricultura Sostenible de Precisión (ASP)
que combinan la Agricultura de Precisión con los avances en el análisis de la Big Data.
El modo de implementar este sistema supone toda una revolución, aprovecha los avances en la
automatización, la inteligencia artificial y las redes de sensores vinculadas por la Internet de las
cosas. Los sistemas del ASP aplican este enfoque espacial a todos los niveles del proceso agrícola
(incluso a nivel molecular) para comprender mejor los sistemas biológicos en juego y medir el
impacto del propio cultivo en todo el proceso, desde la plantación a la recolecta.
Algunos conocimientos que se pueden obtener mediante el uso de estos sistemas van desde
tener un análisis concreto de las condiciones actuales del suelo desde los niveles de humedad
hasta los de óxido nitroso, pudiendo integrarse en una base de datos que contenga toda la
información mientras que los datos históricos específicos del lugar también pueden añadirse
para tener un contexto más profundo sobre el terreno, clima y sus condiciones. Lo que implica
manejar esta cantidad de datos a menudo requiere el uso de herramientas de aprendizaje
automático, un subconjunto de la Inteligencia Artificial, que permiten reconocer formas y
patrones e identificar las zonas óptimas tras haber analizado todo el conjunto de datos.
La implementación de estas tecnologías proporciona al agricultor un modelo virtual y dinámico
en el que puede conocer de cada componente del ecosistema agrícola. Y como este sistema
contiene capacidades de predicción que comprenden las pautas del clima, el crecimiento y la
composición de la tierra, puede proporcionar información autorizada sobre las mejores formas
de sembrar, cultivar y cosechar las plantaciones.
Se estima que la población africana va a experimentar un crecimiento del 4% durante los
próximos años, superando ampliamente los promedios mundiales que son aproximadamente
de entre el 2.7% y el 3.2%. Cada persona tiene necesidades que satisfacer, por lo que hablando
de un mercado tan amplio las oportunidades para invertir son inconmensurables, yendo desde
las infraestructuras, servicios y bienes de consumo como, por ejemplo, las infraestructuras para
el transporte, como carreteras, aeropuertos y puertos, buscando una mayor conexión entre las
regiones y mejorar la movilidad de bienes y personas. También hay un gran potencial para el
desarrollo de la industria inmobiliaria y la construcción de viviendas y edificios comerciales para
alojar a la población emergente.
Unido al acelerado crecimiento económico de los últimos años, que se espera continúe en esa
tendencia alcista, implica a su vez una mayor capacidad adquisitiva por lo que habrá un mayor
intercambio y demanda de bienes y un rápido crecimiento del sector servicios creando una
mayor oferta en el mercado laboral ofreciendo oportunidades para invertir en sectores como
los servicios financieros, la tecnología y el turismo.
Lo que implica una mayor necesidad de profesionales jóvenes capacitados, es la inversión en el
sector educativo y la formación, que es un pilar fundamental para cualquier sociedad ya que,
junto con los recursos naturales, el principal activo de un país son sus personas, por lo que la
atención a este marco puede determinar el desarrollo y crecimiento de todo el continente en
una dirección un otra.
Esto supone para el potencial inversor entrar en un mercado que abarca a más de 700 millones
de personas, una población cuya capacidad adquisitiva esta en aumento con la consolidación de
una incipiente clase media que busca satisfacer sus necesidades de ocio y buscan una mejora en
los estándares de calidad de vida.